jueves, 28 de mayo de 2015

Clase N° 35 - jueves 21 de mayo 2015

Al filo de la nueva clase, hoy jueves, escribo un poco acerca de la anterior. 

Comenzamos a ver la obra del enorme poeta Jorge Luis Borges. Y seguiremos viendo su poética en la siguiente clase, por ser tan vasta, rica y pluritemática.  Vimos un par de poemas, de su primer poemario, y del último. Y continuaremos.

Ustedes saben que sostengo desde hace años que, a la manera del estadounidense Edgar Allan Poe, escritor del siglo XIX que influyó decidida y definitivamente en la literatura del XX y por lo tanto entonces se constituyó en el escritor más importante de su siglo, de la misma manera afirmo que Borges es el escritor más importante del siglo XX. Y recién se está conociendo su certera y poderosa influencia en la literatura de este nuevo siglo, el XXI.


La historia de esta foto, de un reportaje que le hice a Borges en su casa el 18 de octubre de 1979, uno de esos tantos días en que no ganó el premio Nobel, se las cuento y la publico durante la clase próxima. El copyright de esta foto es de Marcel Ives Martin. Y el epígrafe debería decir: La periodista Sandra Pien saluda al escritor Jorge Luis Borges luego de un reportaje.
                                                                   
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El recurso que vimos, vinculado con la poética borgeana es el hipérbaton: fenómeno de construcción lingüístico, en el que se altera el orden lógico o sintáctico de una frase.
Hipérbaton proviene del griego “hyper” que significa encima y de un verbo “abínein”, que se puede traducir en caminar o ir. Haciendo una libre interpretación, quedaría más o menos como sigue: está por encima del orden o ir por encima del orden.
El hipérbaton es la figura literaria que consiste en alterar el orden lógico de las palabras en una oración, su plural es hipérbatos. Fue un recurso especialmente utilizado en los periodos cortesanos de la historia de la literatura cuyo objetivo era hacer más noble el lenguaje, especialmente en la prosa latinizante del siglo XV, ya que al aplicar este recurso, el esquema sintáctico coincidía con el predominante en Latín, siendo asimismo recurso habitual en la estética de la literatura barroca.

Se distinguen cuatro tipos de hipérbatos: la tesis, que consiste en intercalar una palabra entre dos elementos de otra compuesta; el paréntesis, que consiste en introducir en una frase una interjección u oración con entonación distinta; la anástrofe, que consiste en posponer la preposición al sustantivo cuyo caso rige, y la histerología, que consiste en alterar el orden de las palabras y decir primero lo que debería ir después.

Casi siempre obedece a cualquiera de estos dos motivos: el deseo de imitar la sintaxis del latín, lengua en la cual el verbo se sitúa al final de la oración, o bien destacar o subrayar el significado del elemento desplazado de su posición normal, casi siempre para llevarlo al primer lugar de la frase. Menos artísticamente, se usa también por las razones métricas de situar un acento necesario, facilitar una sinalefa o hacer posible una rima.

Desorden de la secuencia lógica de los elementos del texto. Se trastrueca o disloca el orden normal de la oración o de la frase, que en español es: sujeto + verbo + complementos del verbo, y determinado + determinante.  Cuando el hipérbaton altera demasiado el orden sintáctico, de modo que se requiere especial atención para desentrañar el mensaje, se denomina hipérbaton violento.

El hipérbaton caracteriza periodos muy cortesanos de la literatura española, como el siglo XV (en que lo utilizaron frecuentemente autores como Juan de Mena o Fernando de Rojas, entre otros) o el Barroco. En este último periodo, el estilo llamado Culteranismo o Gongorismo supuso un auténtico desarrollo para este procedimiento retórico merced a la importancia que le confirió en sus obras el poeta cordobés Luis de Góngora a partir de su poema Soledades (1613). Los casticistas como Lope de Vega reaccionaron burlándose del procedimiento en parodias humorísticas del mismo.

Ejemplos:
Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto... (Fray Luis de León, siglo XVI) Pasos de un peregrino son errantes cuantos me dictó versos dulce Musa en soledad confusa, perdidos unos, otros inspirados. (Luis de Góngora, Soledades, 1613) En una de fregar cayó caldera. (Lope de Vega, La gatomaquia, s. XVII) Inés, tus bellos ya me matan, ojos, y al alma, roban pensamientos, mía, desde aquel triste, que te vieron, día, no tan crueles, por tu causa, enojos. Tus cabellos, prisiones de amor, rojos, con tal, me hacen vivir, melancolía, que tu fiera, en mis lágrimas, porfía, dará de mis, la cuenta a Dios, despojos. Creyendo que de mí no, Amor, se acuerda, temerario, levántase, deseo, de ver a quien me, por desdenes, pierde. Que es venturoso, si me admite, empleo, esperanza de amor, me dice, verde, viendo que te, desde tan lejos, veo". (Lope de Vega, siglo XVII)

Definición: 
Una hipérbaton es un recurso literario (o retórico) en el que el autor juega con la colocación regular de palabras y frases, y crea una frase estructurada de manera diferente para transmitir el mismo significado, pero renovado. Se dice que mediante el uso del hipérbaton, palabras o frases traspasan sus prácticas convencionales y resultan en una estructura de las oraciones más complejas e intrigantes. Este recurso literario se utiliza para agregar más profundidad e interés a la estructura de la oración.
Ejemplos de Bécquer:
“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar”. *Lo mejor sería ponerlo así: “Las golondrinas oscuras volverán a colgar sus nidos en tu balcón”.
 "Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa".
  
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Volviendo a Borges, leímos:

De Fervor de Buenos Aires, su primer poemario, de 1923, y además se trata de un ars poética:

El sur

Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.

De Los conjurados, el último de sus poemarios, de 1985, un maravilloso poema dedicado a los caídos en la Guerra de las Malvinas, y por cierto, a la necedad nefasta de cualquier guerra:

Juan López y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países,
cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias,
de un pasado sin duda heroico,
de derechos,
de agravios,
de una mitología peculiar,
de próceres de bronce,
de aniversarios,
de demagogos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;
Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad,
que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara,
en unas islas demasiado famosas,
y cada uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos.
La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.



Hoy seguiremos con la lectura de la obra borgeana, y luego subirán aquí y en la siguiente si quieren, sus ejercicios poéticos.

Les dejo un regalo de lujo, no se lo pierdan:

lunes, 18 de mayo de 2015

Clase N° 34 - jueves 14 de mayo 2015

Ars poéticas

El siglo XXI ya está marcado por autorreferencialidades. Como en la mitología griega, aquel Narciso que se mira enamorado de su propia imagen, así las artes se reflejan a sí mismas para afirmar su modo de estar en determinada coordenada de tiempo y espacio. Si a ello le añadimos el ingrediente de la subjetividad, que está en todo en tanto criterio de terrible belleza y verdad testimonial, como las selfies actuales de los teléfonos celulares, éureka: lo hallamos.

Algunas de sus características serían: la inclusión de una pluralidad de elementos y lenguajes, su heterogeneidad, el compartir espacios donde no existiría un elemento más importante que otro, un ir más allá en la exploración de los recursos, un abandono de la mirada y la lectura lineales.

Y más específicamente en literatura: la borradura de los ya hace tiempo imprecisos límites de los llamados géneros literarios; la plenitud del concepto de opera aperta de Umberto Eco, en el que el lector es quien finaliza la obra, es decir que la traduce, la decodifica de manera única e individual, cocreando la obra.

Imagen de “Narciso” de Caravaggio, obra de 1597-99.



En el teatro, por ejemplo, lo posdramático cuestiona la pasividad, involucra la directa participación del espectador, que se convierte en otra cosa: un particular coprotagonista mudo. Y en el cine, cuando dentro del cine se habla de cine; en la música sinestésica; en la literatura en mil y un ejemplos; en las artes visuales, en especial, en las instalaciones performáticas.

En cuando a la poesía, desde que la poesía es, desde hace siglos se autorreferencia. No es nada nuevo, se llaman ars poéticas, pero desde ya que en este siglo XXI y dentro de su invisibilidad, se visibilizan juntamente con las otras musas, acompañándolas.
Un ars poética, arte poética o metapoética –es decir, un ir más allá de la poesía–, es un poema que se autorreferencia de varias maneras: habla de la poesía, del sentimiento poético en el yo lírico; se piensa y se siente a sí misma; explica metafóricamente qué es un poema.

A continuación, veremos cómo poetas de diferentes períodos piensan su poetar, su actividad poética, y a ellos mismos. Todos tienen –tenemos, diría–, algo para decir al respecto.


Vicente Huidobro, de El espejo de Agua, 1916.

Arte poética

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios. 
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Jorge Luis Borges, Arte poética, en El Hacedor, 1960.

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable. 


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Gustavo Adolfo Bécquer

La famosísima RIMA XXI

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Y desde ya, la RIMA V

Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella,
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea,
yo soy del astro errante
la luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en las riberas.

En el laúd, soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruïnas yedra.

Yo atrueno en el torrente
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago
y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura
y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.

Yo, en los dorados hilos
 que los insectos cuelgan
me mezco entre los árboles
en la ardorosa siesta.

Yo corro tras las ninfas
que, en la corriente fresca
del cristalino arroyo,
desnudas juguetean.

Yo, en bosques de corales
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.

Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa,
 yo soy la ignota escala
 que el cielo une a la tierra,

Yo soy el invisible
 anillo que sujeta
 el mundo de la forma
 al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy ese espíritu,
 desconocida esencia,
 perfume misterioso
 de que es vaso el poeta.

A propósito, Becquer escribe: “Yo soy sobre el abismo/el puente que atraviesa”. En latín, pontifex (pontífice), referido a un sacerdote, el que como un puente, une la divinidad con la gente. El poeta se ve a sí mismo como un intermediario; desde un sitial elevado, ve  a la humanidad desde una posición de superioridad.

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Roberto Juárroz

Poema 29, en Sexta poesía vertical, 1975.


Conflicto de olvidos
que no saben dónde instalarse.
Desconcierto de la paloma
que ignora de repente adónde regresar.
Vacío del tiempo que se arremolina
como un escarabajo extraviado
sobre una playa de arenas demasiado maduras.

Escandaloso trueque
de una memoria de figuras cambiadas
que confunde sus hilos
hasta hacernos presentir la justicia
de no poder ya ubicar en nosotros
nuestro propio nombre.

Desde un costado suplementario del tiempo
una imagen con nuestra misma figura
desbarata la trama de los equilibrios equívocos
y pone los olvidos en el lugar de los recuerdos
y los recuerdos en el sitio
donde la luz es un contrasentido.

Mientras tanto el hombre descubre el rincón del abismo
donde se juntan las sangres invisibles
que acreditan la integridad de su herida.


֍
Pablo Neruda

La poesía, publicado en la revista española “Caballo verde para la poesía”, 1935.

Y fue a esa edad... llegó la poesía
 a buscarme. No sé, no sé de dónde
 salió, de invierno o río.
 No sé cómo ni cuándo,
 no, no eran voces, no eran
 palabras, ni silencio,
 pero desde una calle me llamaba,
 desde las ramas de la noche,
 de pronto entre los otros,
 entre fuegos violentos
 o regresando solo,
 allí estaba sin rostro
 y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
 no sabía
 nombrar,
 mis ojos eran ciegos,
 y algo golpeaba en mi alma,
 fiebre o alas perdidas,
 y me fui haciendo solo,
 descifrando
 aquella quemadura,
 y escribí la primera línea vaga,
 vaga, sin cuerpo, pura
 tontería,
 pura sabiduría
 del que no sabe nada,
 y vi de pronto
 el cielo
 desgranado
 y abierto,
 planetas,
 plantaciones palpitantes,
 la sombra perforada,
 acribillada
 por flechas, fuego y flores,
 la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
 ebrio del gran vacío
 constelado,
 a semejanza, a imagen
 del misterio,
 me sentí parte pura
 del abismo,
 rodé con las estrellas,
 mi corazón se desató en el viento.

En este hermoso poema, Neruda describe la poesía como una fuerza externa que se apodera de su ser y lo transforma, lo sensibiliza (“mi corazón se desató en el viento”).

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Desde ya, Gabriel Celaya con su La poesía es un arma cargada de futuro, en Cantos íberos, 1955.

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
más se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.


Y en este link, se la escucharemos cantar al gran Paco Ibáñez:


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Aquí me permitiré autorreferenciarme doblemente con mis ars poéticas, que están en cada uno de mis poemarios.

Sandra Pien

Desnuda y en jeans, en Papel mojado, 2005.

Desarbolada
entusiasmada
la poesía
saltó a la calle
a medianoche.
Mariposeó
resfriadas hojas de otoño
peregrinó por campos de luz
acobardó violentos espejos
buscó abatidos que liberar
desconcertó estigmas
despobló palacios
se alejó de estridentes
acorraló infamias
sitió desprecios
rastreó utopías
y cansada ya
sentada al borde de las sombras
forcejeó mano a mano
con la miseria
arrancándole
pimientos y aceitunas
para el camino.
En la oscuridad
bendijo el aroma
a tilos en flor
orgasmos
en veranas noches frescas
respiró profundo
y se quedó dormida.

Salí a buscarla
la encontré
quietecita
a orillas
del pudor.
Fue necesario
acariciarle la piel
lamerle los dolores
acunarla.


Ella
turgente
resguardó los pechos
veneró el amanecer
apuntaló la vida
y
abordó lenta
triste otra vez
el suburbio
de la memoria.


Los XXXI y XXXVIII, en Aquí no duele, 2010.

XXXI

Tristeza disfrazada de sílabas
transformada en insectos flores
fluida agua clara
aire azul de besos diáfanos.
Mudas las manos cortas
a la hora de cruzar fronteras
la tarde envidia a las golondrinas.
De rodillas las palabras cansadas
se memorizan para asombro del dolor.


XXXVIII

Plegaria rítmica matemática
hermosa desde la otra orilla
de la corriente que impide
del terror que detiene
de las sombras de la locura
de un parpadeo al sol.
Allí mi cuerpo es narrado
y es narrador furtivo
un punto de encuentro cósmico
traspasa plegado bajo mis pies
y la tierra se vuelve ruego.

La evocación es imagen
un déjà vu de develar el caos
y acariciar más allá de las palabras
el puro presente
y tan efímero.
Una razón por la que vivir.

Hubiera sido tanto más fácil ser dentista.

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Federico García Lorca, Sobre un libro de versos, en Poemas inéditos, 1918.


Dejaría en el libro
Este toda mi alma.

Este libro que ha visto
Conmigo los paisajes
Y vivido horas santas.

¡Qué pena de los libros
Que nos llenan las manos
De rosas y de estrellas
Que se esfuman y pasan!
¡Qué tristeza tan honda
Es mirar los retablos
De dolores y penas
Que un corazón levanta!

Ver pasar los espectros
De vidas que se borran,
Ver al hombre desnudo
En Pegaso sin alas,
Ver la Vida y la Muerte,
la síntesis del mundo,
Que en espacio profundo
Se miran y se abrazan.

Un libro de poesías
Es el Otoño muerto.
Los versos son las hojas
Negras en tierras blancas,
Y la voz que lo lee
Es el soplo del viento
Que hunde en los pechos
–Entrañables distancias–.

El poeta es un árbol
Con frutos de tristeza
Y con hojas marchitas
De llorar lo que ama.
El poeta es el médium
De la Naturaleza
Que explica su grandeza
Por medio de palabras.

El poeta comprende
Todo lo incomprensible
Y a cosas que se odian
Él hermanas las llama.
Sabe que los senderos
Son todos imposibles
Y por eso en lo oscuro
 Va por ellos con calma.

En los libros de versos,
Entre rosas de sangre,
Van desfilando tristes
Y eternas caravanas
Que hirieron al poeta
Que lloraba en la tarde,
Rodeado y ceñido
Por sus propios fantasmas.

Poesía es Amargura,
Miel celeste que mana
De un panal invisible
Que fabrican las almas.

Poesía es lo imposible
Hecho posible. Arpa
Que tiene en vez de cuerdas
Corazones y llamas.

Poesía es la vida
Que cruzamos con ansia
Esperando al que lleve
Sin rumbo nuestra barca.
Libros dulces de versos
Son los astros que pasan
Por el silencio mudo
Al reino de la Nada,
Escribiendo en el cielo
Sus estrofas de plata.

¡Oh, qué penas tan hondas
Y nunca remediadas,
Las voces dolorosas
Que los poetas cantan!

Como en el horizonte
Descanso las miradas.
Dejaría en el libro
Este, ¡toda mi alma!
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Juan Gelman

Sobre la poesía, en Hacia el Sur, 1982.

Habría un par de cosas que decir  
que nadie lee mucho  
que esos nadie son pocos  
que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial    y
con el asunto de comer cada día   se trata
de un asunto importante   recuerdo
cuando murió de hambre el tío juan  
decía que ni se acordaba de comer y que no había problema  
pero el problema fue después  
no había plata para el cajón  
y cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo
el tío juan parecía un pajarito  
los de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén  
murmuraban
que siempre los están molestando  
que ellos eran hombres y enterraban hombres   y no
pajaritos como el tío juan   especialmente
porque el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje
hasta el crematorio municipal  
y a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos  
y cuando le daban un palmetazo para que se callara la boca  
el pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que
les hacía pío-pío en la cabeza   el
tío juan era así   le gustaba cantar  
y no veía por qué la muerte era motivo para no cantar  
entró al horno cantando pío-pío   salieron sus cenizas y piaron un rato  
y los compañeros municipales se miraron los zapatos grises de vergüenza   pero
volviendo a la poesía  
los poetas ahora la pasan bastante mal  
nadie los lee mucho   esos nadie son pocos   
el oficio perdió prestigio   para un poeta es cada día más difícil
conseguir el amor de una muchacha  
ser candidato a presidente   que algún almacenero le fíe  
que un guerrero haga hazañas para que él las cante  
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro  
y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron
las muchachas   los almaceneros   los guerreros   los reyes  
o simplemente los poetas  
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión  
lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias  
tío juan después de muerto  
yo ahora para que me quieras.

Oficio, en Violín y otras cuestiones, 1956.

Cuando al entrar el verso me disloco
o no cabe un adverbio y se me quiebra
toda la música, la forma mira
con su monstruoso rostro de abortado,
me duele el aire, sufro el sustantivo,
pienso qué bueno andar bajo los arboles
o ser picapedrero o ser gorrión
y preocuparse por el nido y la
gorriona y los pichones, sí, qué bueno,
quién me manda meterme, endecasílabo,
a cantar, quién me manda
agarrarme el cerebro con las manos,
el corazón con verbos, la camisa
a dos puntas y exprimirme,
quién me manda, te digo, siendo juan,
un juan tan simple con sus pantalones,
sus amigotes, su trabajo y su
condenada costumbre de estar vivo,
quién me manda andar grávido de frases,
calzar sombrero imaginario, ir
a esperar una rima en esa esquina
como un novio puntual y desdichado,
quién me manda pelear con la gramática,
maldecirme de noche, rechinar
fieramente, negarme, renegar,
gemir, llorar, qué bueno está el gorrión
con su gorriona, sus pichones y
su nido, su capricho de ser gris,

o ser picapedrero, óigame amigo,
cambio sueños y música y versos
por una pica, pala y carretilla.
Con una condición:
déjeme un poco
de este maldito gozo de cantar.
֍


Alejandra Pizarnik

Cenizas, en La última inocencia, 1956.

Hemos dicho palabras,
palabras para despertar muertos,
palabras para hacer un fuego,
palabras donde poder sentarnos
y sonreír.

Hemos creado el sermón
del pájaro y del mar,
el sermón del agua,
el sermón del amor.

Nos hemos arrodillado
y adorado frases extensas
como el suspiro de la estrella,
frases como olas,
frases como alas.

Hemos inventado nuevos nombres
para el vino y para la risa,
para las miradas y sus terribles
caminos.

 Yo ahora estoy sola
– como la avara delirante
sobre su montaña de oro –
arrojando palabras hacia el cielo,
pero yo estoy sola
y no puedo decirle a mi amado
aquellas palabras por las que vivo.

֍


Octavio Paz, que dijo que “La poesía es tiempo y arde, le dedicó este poema titulado Decir, hacer a Roman Jakobson, que está en su libro Los signos en rotación, de 1965:

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.

Y se lo puede escuchar al propio Octavo Paz diciendo aquí este magnífico poema: http://cadenaser.com/ser/2014/03/31/audios/1396221430_660215.html

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Y para finalizar, el bello poema pleno de calambures, del mexicano Xavier Villaurrutia, Nocturno en que nada se oye, en Nocturnos, 1933.

En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
en esta soledad sin paredes
al tiempo que huyeron los ángulos
en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
para salir en un momento tan lento
en un interminable descenso
sin brazos que tender
sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible
sin más que una mirada y una voz
que no recuerdan haber salido de ojos y labios
¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
Y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
porque he dejado pies y brazos en la orilla
siento caer fuera de mí la red de mis nervios
mas huye todo como el pez que se da cuenta
hasta ciento en el pulso de mis sienes
muda telegrafía a la que nadie responde
porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.

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Al cierre del tipeo de esta clase, la poeta Valeria Sabbag, miembro de este taller, nos envió este ars poética del poeta y artista plástico Fayad Jamís, (Zacatecas, México 1930 – 1988, La Habana, Cuba).

Poema
¿Qué es para usted la poesía además de una piedra horadada por el sol y la lluvia,
Además de un niño que se muere de frío en una mina del Perú,
Además de un caballo muerto en torno al cual las tiñosas describen eternos círculos de humo,
Además de una anciana que sonríe cuando le hablan de una receta nueva para hacer frituras de sesos
(A la anciana, entretanto, le están contando las maravillas de la electrónica, la cibernética y la cosmonáutica),
Además de un revólver llameante, de un puño cerrado, de una hoja de yagruma, de una muchacha triste o alegre,
Además de un río que parte el corazón de un monte?
¿Qué es para usted la poesía además de una fábrica de juguetes,
Además de un libro abierto como las piernas de una mujer,
Además de las manos callosas del obrero,
Además de las sorpresas del lenguaje -ese océano sin fin totalmente creado por el hombre-,
Además de la despedida de los enamorados en la noche asaltada por las bombas enemigas,
Además de las pequeñas cosas sin nombre y sin historia
(un plato, una silla, una tuerca, un pañuelo, un poco de música en el viento de la tarde)?
¿Qué es para usted la poesía además de un vaso de agua en la garganta del sediento,
Además de una montaña de escombros (las ruinas de un viejo mundo abolido por la libertad),
Además de una película de Charles Chaplin,
Además de un pueblo que encuentra a su guía
y de un guía que encuentra a su pueblo
en la encrucijada de la gran batalla,
Además de una ceiba derramando sus flores en el aire
mientras el campesino se sienta a almorzar,
Además de un perro ladrándole a su propia muerte,
Además del retumbar de los aviones al romper la barrera
del sonido (Pienso especialmente en nuestro cielo y
nuestros héroes)?
¿Qué es para usted la poesía además de una lámpara encendida,
Además de una gallina cacareando porque acaba de poner,
Además de un niño que saca una cuenta y compra un helado de mamey,
Además del verdadero amor, compartido como el pan de cada día,
Además del camino que va de la oscuridad a la luz (y no a la inversa),
Además de la cólera de los que son torturados porque
luchan por la equidad y el pan sobre la tierra,
Además del que resbala en la acera mojada y lo están viendo,
Además del cuerpo de una muchacha desnuda bajo la lluvia,
Además de los camiones que pasan repletos de mercancías,
Además de las herramientas que nos recuerdan una araña o un lagarto,
Además de la victoria de los débiles,
Además de los días y las noches,
Además de los sueños del astrónomo,
Además de lo que empuja hacia adelante a la inmensa humanidad
¿qué es para usted la poesía?

conteste con letra muy legible, preferiblemente de imprenta.

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Nos quedaron miles, porque felizmente es un tema riquísimo e inagotable. Mientras haya poesía, habrá ars poéticas.

No olviden subir sus poemas trabajados en clase. ¡Buena semana poética!