martes, 27 de septiembre de 2016

Clase N° 24 /año 3 - jueves 22 de septiembre 2016

EL ARTE DE LA DESCRIPCIÓN -1


PAUL AUSTER



La portada de La historia de mi máquina de escribir de Paul Auster 
(Ed. Seix Barral) que leímos como gran ejemplo de descripción
 y abajo, el escritor con su famosa Olympia


Este es el programa N° 8, nuestro 8vo encuentro de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar

Una curiosidad: Austro, austros o Auster (en latín, Auster), en la mitología romana, es el dios de los vientos del Sur o, más exactamente, del que sopla al mediodía en el Hemisferio Norte. Será por eso que aquí, en el Sur de este Planeta Azul, queremos tanto la literatura de este escritor homónimo.  Y además, amamos las máquinas de escribir. 

Así que elegimos este hermoso texto para comenzar con el tema de la descripción.

Esta historia, que leemos íntegra, realizada por el prolífico escritor, guionista y director de cine estadounidense Paul Auster y dibujada por el artista plástico Sam Messer, describe un objeto: una máquina de escribir. Pero también cuenta la relación entre la máquina y su dueño y la extraña conexión que estableció con el pintor Sam Messer. Por lo demás, no se trata de una máquina cualquiera, sino de la máquina de escribir de toda la vida de un gran escritor, y con la que sigue trabajando. 

Pero veamos las características del subgénero descripción en la voz escrita de un virtuoso de la palabra. De paso, la consigna para el próximo encuentro-programa-taller es que realicen una descripción de algún objeto que les signifique, que los haya marcado, que tenga una presencia tan relevante que merezca ser descripto con recursos literarios. 



Aquí el link del audio del taller-programa:








¡Buena semana poética! 


Y recordamos que


Los Abordajes poéticos pueden verse y escucharse online los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar


La yapa es un reportaje a Paul Auster, publicado en 2012 





lunes, 19 de septiembre de 2016

Clase N° 23 /año 3 - jueves 15 de septiembre 2016

         A TRAVÉS DE LA
         POÉTICA DE 
         OCTAVIO PAZ -2 

Los tres libros de ensayos de OP que apenas entrevimos: 
Las peras del olmo, In/mediaciones y Al paso

Este es el programa N° 7, nuestra 7ma clase de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar 

Este es el audio del taller-programa:


Los asistentes leyeron sus trabajos realizados bajo la consigna de la clase pasada, un poema con el recurso visto: la anáfora. Y que a su vez, será también la consigna para nuestro siguiente encuentro.

Continuamos con el abordaje de la obra del gran poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz, tema que habíamos comenzado el jueves pasado. 



Estos son los poemas que leímos: 

A través

Doblo la página del día,
escribo lo que me dicta
el movimiento de tus pestañas.
*
Mis manos
abren las cortinas de tu ser
te visten con otra desnudez
descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
inventan otro cuerpo a tu cuerpo.
*
Entro en ti,
veracidad de la tiniebla.
Quiero las evidencias de lo oscuro,
beber el vino negro:
toma mis ojos y reviéntalos.
*
Una gota de noche
sobre la punta de tus senos:
enigmas del clavel.
*
Al cerrar los ojos
los abro dentro de tus ojos.
*
En su lecho granate
siempre está despierta
y húmeda tu lengua.
*
Hay fuentes
en el jardín de tus arterias.
*
Con una máscara de sangre
atravieso tu pensamiento en blanco:
desmemoria me guía
hacia el reverso de la vida.

Aquí

Mis pasos en esta calle
resuenan
en otra calle
donde
oigo mis pasos
pasar en esta calle
donde
Sólo es real la niebla.
Bajo tu clara sombra
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
Cuerpo a la vista
Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
Destino del poeta
¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.
También la luz en sí misma se pierde.

El pájaro
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.
Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron…
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.
El sediento
Por buscarme, Poesía, en ti me busqué:
deshecha estrella de agua,
se anegó en mi ser.
Por buscarte, Poesía,
en mí naufragué.
Después sólo te buscaba
por huir de mí:
¡espesura de reflejos
en que me perdí!
Mas luego de tanta vuelta
otra vez me vi:
el mismo rostro anegado
en la misma desnudez;
las mismas aguas de espejo
en las que no he de beber;
y en el borde del espejo,
el mismo muerto de sed.

Elegía interrumpida
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse…
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene…
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y en el amanecer de párpados hinchados
el gesto con que deshacemos
el nudo corredizo, la corbata,
y ya apagan las luces en la calle
?saluda al sol, araña, no seas rencorosa?
y más muertos que vivos entramos en la cama.
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.


 ¡Buena semana poética! 


Y recordamos que


Los Abordajes poéticos pueden verse y escucharse online los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar


¡FELIZ PRIMAVERA!















































jueves, 15 de septiembre de 2016

Clase N° 22 /año 3 - jueves 8 de septiembre 2016

         A TRAVÉS DE LA
         POÉTICA DE 
         OCTAVIO PAZ -1 




Arriba, un encuentro histórico: Octavio Paz y Jorge Luis Borges. 
Abajo, la primera página de El arco y la lira. 

En el programa N° 6, nuestra 6ta clase de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar , los asistentes leyeron sus trabajos realizados bajo la consigna de la clase pasada, un cuento o un relato en 2da persona. 

Luego para alternar narrativa y poesía, comenzamos el abordaje de la obra del gran poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz, tema que continuaremos el jueves próximo. 


La gran definición inspiradora

de lo que es poesía y poema 

Esta es la primera página del libro El arco y la lira (1956), de Octavio Paz, México, FCE, que lleva como subtítulo: El poema. La revelación poética. Poesía e historia.


La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aisla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal. Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario. Pura e impura, sagrada y maldita, popular y minoritaria, colectiva y personal, desnuda y vestida, hablada, pintada, escrita, ostenta todos los rostros pero hay quien afirma que no posee ninguno: el poema es una careta que oculta el vacío, ¡prueba hermosa de la superflua grandeza de toda obra humana!



Y los poemas que leímos en clase: 

Raíz del hombre

 Más acá de la música y de la danza,
 aquí, en la inmovilidad,
 sitio de la música tensa,
 bajo el gran árbol de mi sangre,
 tú reposas. Yo estoy desnudo
 y en mis venas golpea la fuerza,
 hija de la inmovilidad.

 Éste es el cielo más inmóvil,
 y ésta la más pura desnudez.
 Tú, muerta, bajo el gran árbol de mi sangre.


 II

 Ardan todas las voces
 y quémense los labios;
 y en la más alta flor
 quede la noche detenida.

 Nadie sabe tu nombre ya;
 en tu secreta fuerza influyen
 la madurez dorada de la estrella
 y la noche suspensa,
 inmóvil océano.

 Amante, todo calla
 bajo la voz ardiente de tu nombre.
 Amante, todo calla. Tú, sin nombre,
 en la noche desnuda de palabras.

 III

 Ésta es tu sangre,
 desconocida y honda,
 que penetra tu cuerpo
 y baña orillas ciegas,
 de ti misma ignoradas.

 Inocente, remota,
 en su denso insistir, en su carrera,
 detiene la carrera de mi sangre.
 Una pequeña herida
 y conoce a la luz,
 al aire que la ignora, a mis miradas.

 Ésta es tu sangre, y éste
 el húmedo rumor que la delata.

 Y se agolpan los tiempos
 y vuelven al origen de los días,
 como tu pelo eléctrico si vibra
 la escondida raíz en que se ahonda,
 porque la vida gira en ese instante,
 ay, latido cruel, irreparable,
 y el tiempo es una muerte de los tiempos
 y se olvidan los nombres y las formas.

 Ésta es tu sangre, digo,
 y el alma se suspende en el vacío
 ante la viva nada de tu sangre.



 IV

 No hay vida o muerte,
 tan sólo tu presencia,
 inundando los tiempos,
 destruyendo mi ser y su memoria.

 En el amor no hay formas
 sino tu inmóvil nombre, como estrella.
 En sus orillas cantan
 el espanto y la sed de lo invisible.



  ANTES DEL COMIENZO

Ruidos confusos, claridad incierta
 Otro día comienza.
 Es un cuarto en penumbra
 y dos cuerpos tendidos.
 En mi frente me pierdo
 por un llano sin nadie.
 Ya las horas afilan sus navajas.
 Pero a mi lado tú respiras;
 entrañable y remota
 fluyes y no te mueves.
 Inaccesible si te pienso,
 con los ojos te palpo,
 te miro con las manos.
 Los sueños nos separan
 y la sangre nos junta:
 somos un río de latidos.
 Bajo tus párpados madura
 la semilla del sol.
                                 El mundo
 no es real todavía,
 el tiempo duda:
                               sólo es cierto
 el calor de tu piel.
 En tu respiración escucho
 la marea del ser,
 la sílaba olvidada del Comienzo.




CONVERSAR

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los diosa no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
 juegan juegos terribles.

El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.

La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Conversar es humano.


Decir, Hacer
                                      A Roman Jakobson

Entre lo que veo y digo,
 Entre lo que digo y callo,
 Entre lo que callo y sueño,
 Entre lo que sueño y olvido
 La poesía.
 Se desliza entre el sí y el no:
 dice
 lo que callo,
 calla
 lo que digo,
 sueña
 lo que olvido.
 No es un decir:
 es un hacer.
 Es un hacer
 que es un decir.
 La poesía
 se dice y se oye:
 es real.
 Y apenas digo
 es real,
 se disipa.
 ¿Así es más real?
 Idea palpable,
 palabra
 impalpable:
 la poesía
 va y viene
 entre lo que es
 y lo que no es.
 Teje reflejos
 y los desteje.
 La poesía
 siembra ojos en las páginas
 siembra palabras en los ojos.
 Los ojos hablan
 las palabras miran,
 las miradas piensan.
 Oír
 los pensamientos,
 ver
 lo que decimos
 tocar
 el cuerpo
 de la idea.
 Los ojos
 se cierran
 Las palabras se abren.



 ¡Buena semana poética! Y recordamos que



Los Abordajes poéticos pueden escucharse online los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar